El incremento del IPC activa la compra de marcas blancas y frena el ocio


El IPC de mayo vuelve a subir, llegando al 8,7%. Los precios de los carburantes y de los alimentos rompen previsiones y hacen que la carestía de la vida sea una realidad en este 2022. Un panorama duro, que obliga a los consumidores, independientemente de su situación, a modificar sus hábitos y consumir menos. Al menos eso es lo que se desprende de la encuesta realizada por la OCU entre mil españoles en el mes de abril.

La asociación de consumidores subraya que 2022 está siendo un año duro en términos económicos. "Aún no hemos superado el impacto de la pandemia a todos niveles, cuando estamos asistiendo a una subida imparable del precio de bienes y servicios de todo tipo, un panorama de incertidumbre con la guerra en Ucrania como telón de fondo.

La encuesta revela que el incremento del IPC y el impacto de la guerra de Ucrania están influyendo de manera decisiva a los hábitos de consumo, en distintos ámbitos, tanto en el consumo energético, como en la movilidad, las compras e incluso la alimentación: "reaccionamos ante la carestía de la vida con una clara contracción del consumo", asevera la OCU.

Según sus datos, 75% de los encuestados han modificado sus hábitos de consumo de energía, agua, de movilidad o relativos a sus compras.

Esos cambios van desde bajar la calefacción o dejar de usar electrodomésticos, a comprar las marcas más baratas, dejar de comprar alimentos no esenciales o comprar menos pescado o carne. "Por supuesto, se han recortado gastos de ocio, como dejar de salir a bares y restaurantes, cambiar planes de vacaciones o aplazar viajes…".

En concreto, el 42 % empezó a comprar productos de marcas más baratas, el 33 % recortó gastos sociales como ir al bar o a restaurantes, el 25 % canceló o pospuso viajes, el 23 % recortó actividades culturales (teatro, conciertos, museos), el 21 % compró menos carne o pescado y el 21 % cambió sus planes de vacaciones para este año.