Premier del Blanco Granito 2019, el Albariño Rías Baixas del Pazo Torre Penelas

 El proyecto vitivinícola de Familia Torres en Rías Baixas, acaba de presentar su primer vino, añada 2019, bautizado con el nombre Blanco Granito. Blanco por tratarse de un Albariño cultivado íntegramente en el pazo, y Granito por ser el primer vino vinificado y criado en depósitos de granito, la roca predominante, y casi exclusiva, en la denominación de origen gallega.

Este vino gestado en el Pazo Torre Penelas, en Portas (Pontevedra) perteneciente a la subzona de O Salnés, una de las cinco de la D.O. Rías Baixas, fue presentado telemáticamente a un selecto grupo de periodistas, con representación de la revista HGg&T a cargo de María Campos y Victoriano Castro.

Miguel Torres, quinta generación de la familia bodeguera,  y el enólogo Víctor Cortizo fueron los encargados de la presentación. El Boss de Torres, explicó el por qué de este proyecto iniciado en 2017 y el enólogo se centró su intervención en las características de la finca, el suelo y en las excelencias organolépticas de este singular vino gestado en un pazo del siglo XIV.

Miguel Torres incidió en la historia del vino en Galicia, la ancestral elaboración en lagares graníticos de piedra, razón que les llevó a experimentar con las ánforas de granito, recipientes ovoides en este caso de 735 litros en los que fermenta al vino por espacio de 15 días y luego permanece desde los inicios en una crianza sobre lías de 8 meses. 

El resultado es un Albariño Rías Baixas que nos recuerda a los más tradicionales, con aromas primarios intensos, herbáceos y manzana verde, con acidez que luego se atenúa  en boca con el volumen del vino aportado por la crianza sobre lías; un Rías Baixas que estimula sobremanera las papilas gustativas. Mineral (el granito aquí sí aporta) y con la salinidad más acentuada, si cabe, de un característico vino atlántico. Persistente en boca y con larga vida por delante.

Sólo una parte de las uvas de la finca -de 6 Hectáreas- procedente de los viñedos que rodean al pazo se elabora en barricas de granito,  las que están en el entorno de  la capilla, el hórreo y el palomar, tres elementos característicos de un pazo gallego. Y de esta cosecha 2019 –la 2018 fue prácticamente experimental- el 20% de la producción se destinará al mercado nacional, unas 1.000 botellas, según precisó Miguel Torres.

En el debate abierto tras la presentación, María Campos y Victoriano Campos hicieron hincapié en las características de un vino que les traía recuerdos de los albariños tradicionales, “nada abocado y sincero en boca” y, más allá de las convencionales armonías con pescados y mariscos “que también”, propusieron un maridaje algo más arriesgado “con un buen cocido gallego o con jamón y embutidos, porque no con quesos curados, o también con unos mejillones en escabeche, matrimonio complicado con el vino”.