Con brillo propio en el mapa gastronómico gallego especialmente desde la década de los setenta para acá, el guiso de rape –un doble proceso que empieza con el sellado en sartén, y a continuación la olla- alcanzó fama y aceptación sin fronteras, convirtiendo al restaurante, siempre atento a la despensa de temporada y de inmediatez geográfica (los mariscos, demás pescados finos o populares, como el guiso de caballa, otra de las estrellas), en una de las referencias de la cocina autóctona y para el incipiente turismo de la época.
Con Loliña anciana y su hijo, recientemente jubilado y sin continuidad familiar en el negocio, la crisis y la falta de apoyo por parte de la Xunta a este segmento de cociña gallega representativa, propician que no vuelva a “levantar la persiana” después del último parón por la Covid-19. La “cocina de los Bóveda” permanece en la otra línea familiar, la de Chito, en el establecimiento que lleva este apellido de referencia en la restauración arousana.