El buceo como recurso imprescindible para la vida medioambiental del Atlántico


En el marco del Día Mundial de los Océanos, , bajo el lema Innovación para un océano sostenible, el GALP Ría de Pontevedra contactó con las escuelas de buceo Portosub y Wayuu -ambos proyectos, nacidos en 2015 y 2017 respectivamente, recibieron ayudas de la asociación- para conversar sobre el estado en el que se encuentra nuestro Atlántico, todos los recursos que ofrece y el impacto que tuvo y tiene la Covid-19 sobre esta actividad.

“Tenemos unos fondos, unos colores maravillosos. La vida que hay en la ría es inagotable”, afirma Ángela Rodríguez-Saavedra, administradora de la Escuela Buceo Wayuu, situada en Sanxenxo. La misma impresión comparte Leopoldo Leiro, propietario del Centro de Buceo y Actividades de Ocio Portosub de Portonovo, que aprovecha el invierno para descubrir nuevos puntos de la ría en los que realizar inmersiones en las que descubrir desde gorgonias, rayas, pulpos, congrios, vestigios de naufragios hasta incluso alguno que otro fardo.

Tesoros que se pueden volver a disfrutar desde que empezó avanzar la desescalada, respetando siempre las normas de seguridad e higiene, tales como el uso de máscaras fuera del agua, y los límites de capacidad en las embarcaciones. En el caso de Wayuu decidieron cerrar los vestuarios y el alquiler de los equipos y de los trajes como medida de prevención: “Estamos saliendo con personas que tengan su propio equipo y gracias a Dios nuestros clientes son muy fieles y este fin de semana salimos en el barco con cinco personas”.

Además, el centro cuenta con el “único aire que está garantizado cómo aire limpio en la zona” y ponen la disposición de los usuarios un cubo con desinfectante para que puedan limpiar su equipo. “La gente tiene ganas de volver a bucear pero también de que se normalice todo esto y nosotros intentamos tomar todas las medidas posibles para que no haya ningún rebrote a causa de nuestra actividad, por ejemplo, desinfectando los equipos con productos específicos”, añade Leiro. Al fin y al cabo son una familia, como define Rodríguez-Saavedra a su escuela, a la que volver en estos tiempos complejos para recuperar la conexión con el mar y las sensaciones bonitas que provoca.

Ante lo impacto de la crisis sanitaria de la Covid-19, las escuelas de buceo tuvieron que adaptar su oferta a la actual situación y vieron como bajaba su facturación después de un invierno en el que el estado del mar limitó mucho el buceo, dos meses cerrados por la pandemia y una reapertura sujeta a limitaciones.

En Wayuu ofrecen salidas a personas con certificación, las cuáles recientemente pudieron sumergirse con delfines, y tienen paralizada la impartición de los cursos PADI (Professional Association of Diving Instructors), a la espera de buscar alternativas al uso compartido de trajes y equipos por parte del alumnado. “Seguramente se le adjudicará a cada estudiante un traje y un equipo y luego (una vez finalizado curso) se dejarán en cuarentena”, comenta Ángela. Por su parte, en Portosub ya tienen activa la formación y diversas actividades, a excepción de las salidas de buceo hasta las Islas Atlánticas, como el avistamiento de cetáceos y rutas personalizadas por la ría en las que se incluye un recorrido por las bateas, la Isla de Tambo y las proximidades de Combarro, “un pueblo pescador cuya vista es preciosa desde el mar”, explica Leopoldo. Las dos escuelas desarrollan sus servicios de 
forma inclusiva, al estar dirigidos tanto a personas con y sin discapacidad.

En lo referido a la demanda, atraviesan por altos y bajos y su punto álgido se encuentra en los fines de semana. Con un trabajo hecho con mimo, cuidado y bajo altos estándares de calidad, aguardan que con la llegada del verano las personas se animen a sumergirse en el Atlántico para “disfrutar por dos las vacaciones”, como dice el propietario de Portosub que se mantiene positivo ante esta nueva normalidad en la que deberá primar siempre el respeto por las medidas de seguridad para continuar a dar “pasos hacia delante”. Hay que tener en cuenta que es en esta época del año en la que se concentra el grueso del negocio de las actividades acuáticas y, por lo tanto, en la que se refuerzan los cuadros de personal; en el centro de Portonovo el número de trabajadores asciende de los dos hasta los cuatro o cinco y en el de Sanxenxo pasa de cuatro a seis.

Asimismo, la administradora de Wayuu considera que el futuro pasa por la unión del sector y la cooperación entre los diversos actores administrativos, económicos y sociales que refuercen la visibilidad de la Ría de Pontevedra como un recurso del que disfrutar los 365 días. Una estrategia diseñada en equipo a través de la cual mejorar también la comunicación entre las rías gallegas y la de la comunidad con el resto del estado. “Además de los turistas que vienen en verano, hay muchas más personas que podrían venir durante todo el año y eso es lo que necesitamos después de esta pandemia”, apunta Ángela.


Preservar la biodiversidad

Cada día ocho millones de objetos son arrojados al agua y al año alrededor de siete millones de toneladas de residuos flotan en los océanos, según datos de la Organización de las Naciones Unidas. Conscientes de esta problemática, Portosub y Wayuu organizan anualmente entre una y dos limpiezas voluntarias. Una cita en la que las inmersiones son totalmente gratuitas para el voluntariado con el objetivo de sacar a la superficie la basura marina y depositarla en los contenedores correspondientes. “Por suerte en esta zona aun no se ve mucha contaminación pero esperemos que la gente se empiece la concienciar y no terminemos por deteriorar nuestros océanos”, expone Leiro. 

En esta línea, Rodríguez- Saavedra incide en la necesidad de “pensar sobre lo que significa el mar para el planeta y que lo que es de él no se toca”. Las dos escuelas en todas las salidas que organizan les facilitan a los buceadores sus propias redes, que después les entregan de vuelta, para que puedan depositar los envases, botellas, cristales que se vayan encontrando durante las inmersiones. Actualmente, sólo el 3,5% de la superficie marina está protegida, un porcentaje que dista mucho de la marcada cómo meta para este año (10%) en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

La Ría de Pontevedra pode presumir de biodiversidad y el océano no deja de abrir nuevas posibilidades como recurso imprescindible para la vida, desde el punto de vista medioambiental, alimentario, medicinal y turístico. Y eso, que el 80% aún está por explorar y nueve de cada diez especies oceánicas todavía no fueron clasificadas. El buceo es una experiencia desde la cual podemos conocer y reconocernos en nuestro Atlántico, un activo más de la economía azul española, la segunda más grande de la Unión Europea.