DIRECTO ® Calibre de berberechos, nécoras y mejillones… E Centolo Larpeiro


Cumplimos con la gran cita del marisco que asoma desde hace casi seis décadas a la villa grovense, como me gusta, esto es, en restaurante, y no en esa carpa feirante, incómoda y marco impropio para un desfile gastronómico con el marchamo del lujo. 

En mesa amical propiciada por el amigo Paco Chesky y la compañía amable del conselleiro de Cultura y Turismo, del director xeral de Política Lingüística y un par de amigos más, visitamos después esa nave descomunal que levantan en O Corgo cada otoño para cobertura de multitudes ávidas de marisco. Y concordamos con Manolo Bua en que esta gloriosa y anciana fiesta necesita imperiosamente un maquillaje, más bien una cirugía facial restablecedora. Ha superado con sobresaliente su lanzamiento generalista, medio siglo largo después quiere glamour, sí…

Tengo por medida para las nécoras, 3 por kilo, lo que no obvia la indulgencia de que sea 4 si por fuerza o urgencia, o excepción justificada por convite de dama, hubiera o hubiese que transigir. Para más allá de tales calibres, lo cierto es que los dedos se entretienen en minucias engorrosas. Con los berberechos ocurre algo parecido, si bien con la particularidad de que se prestan a la compartición, propiciando además  un juego táctico por evitar el que se remonta tentador pero sin su preciada vianda, extraviada en cambio entre el mogollón de cochas en desorden.

Con el mejillón la cosa es más aleatoria. No siempre el de mayor envoltura guarda la más fornida vianda, ni en todas las sociedades ribereñas que los producen importa el tamaño. Si por estos litorales del noroeste nos gustan los de notable envergadura –y en continente aprobado, no exagerado- por el Mediterráneo son proclives a los más pequeños, como los que “invaden” la oferta de Dubrovnik, que es cuidadísima, amable y pulcra ciudad cuyos paisajes urbanos y adriáticos –-la Croacia interior, es cosa montañera y paciente- cubre cual manto relajante un fin de semana, pero que gastronómicamente da para poco más…

Buscar la vianda pedida es un ejercicio con su aquel de picaresca, pero también de pericia en la utilización de las valvas abiertas a modo de pinza rescatadora. La captura feliz paga el esfuerzo, y sigue el juego y la disquisición sobre estos pormenores secretos de las estrategias para mesa y mantel. Elucubramos con Manolo Julbe y nuestras santas sobre estas cosas en el restaurante pontevedrés  La Parrilla de Servando, pescador de río y de mercado de abastos, que es de donde trae de un tiempo a esta parte magníficos ejemplares de la fauna ictiófaga como los citados. Orondos berberechos parecen abundar esta temporada. Si para el crustáceo tengo por calibre las de tercio de kilo, para el molusco gusto de compararlo con una nuez, que también es bocado otoñal. Y si el camarero asegura que sí, que dan esa talla, entonces vengan y queden los más enclenques para ser salvados por una empanada, de esas con su parte mayor de maíz en la masa, que es con las que mejor se pasa….

… e alabanza do Centolo Larpeiro
Das duas acepcións que, preferentemente, se lle dan ao vocablo larpeiro, tales son: tragón, goloso..., quero pensar que a primeiro apunta máis ao animal (non nos parece mal que a emperatriz do reino marisqueril - que os científicos distinguen por Maja squinado, maja si é a señora- sexa todo o tragona que lle pete, e máis. Coido, pois, que ao seu corpo delicado, dentro dese duro corsé gardador de encantos varios paladalmente  libidinosos, vaille máis propia a acepción golosa, centolo goloso/a.

Que é no que está a Confradía do Centolo Larpeiro do Grove,  oue celebrou o 30 de novembro o XXVII capítulo xeral baixo a presidencia de Victor Otero Prol. Teño que agradecerlle a honra de nomearme Embaixador da gastrónoma entidade, proposta que aceptei contradicindo a miña propia teima, non son nada de uniformes, inda que sexan capas. Pero a da centola, ¡ai! ¿quen se pode resistir á tentación dunha centola, separarlle as patas, metérllelo dente os seu terso músculo, furgar con dedos expertos e cuidadosos entre o encaixe albo do seu peto fornido, asulagar a lingua, en fin, nos xugosos brebaxes que garda o  larpeiro cazo perfumado pola alga. ¡Quen non abandona os propios principios por ligar cunha centola! Ou centolo, que estes novos amigos marcan precisas diferencias, como xente comprometida coa diferencia de xénero….


Por Guillermo Campos Piñón