
Mientras Galicia pierde una de las etiquetas de referencia, Alma de Carraovejas refuerza su filosofía -o al menos eso cuentan desde la bodega- de apostar por proyectos singulares con el compromiso de construir un legado único para ser reconocido como uno de los referentes españoles en el mundo por la calidad y variedad de sus vinos.
El propósito de Pedro Ruíz Aragoneses, hijo del propietario del mítico restaurante segoviano José Luis y director de Alma de Carraovejas es "revalorizar la zona y sus paisajes singulares", simplificar la gama de vinos de Viña Mein y mantener el Emilio Rojo como vino de parcela, este último uno de los blancos top del panorama vitivinícola gallego y español.
Tanto el equipo técnico de Viña Mein como Emilio Rojo seguirán ligados al proyecto de Alma de Carraovejas, cuya dirección técnica ha sido encomendado a Laura Montero, y del que forman parte además de las dos bodegas gallegas, Pago de Carraovejas, Ossian Vides y Vinos y el restaurante Ambivium.