Un Guiño a Mauro, cruza la pasarela

Mauro Durán dejó en otras manos el restaurante “memoriado” en Canido para registrarse en la media distancia entre la ciudad olívica y Pontevedra (más cerca de Rande), concretamente en esa especie de palafito que parece flotar en el puerto deportivo de Santadrán de Cobres.

No tenía el restaurante los mejores antecedentes cuando lo cogió este restaurador comprometido con la cocina gallega de producto. Confió en la paradisíaca ubicación, rodeado das ondas do mar de Vigo que cantó Martín Códax, pero sobre todo confió en el valor buscado del producto, en la selección vigilada de sus proveedores.

Y lo está haciendo bien. Lo que me he encontrado en las dos últimas ocasiones, representa lo mejor de la despensa ictiófaga gallega, sea el lenguado, sea el rodaballo, sean los camarones o los percebes -y no por su tamaño en el día de autos, precisamente- sean los choquitos de temporada. Vamos, como silanzase todas las mañanas el ganapán a la mar salada que lo rodea.

Tiene alguna carne a la que le he visto buena pinta, pero ahí, salvo prescripción del bolsillo o facultativa, hay que ir a lo que hay que ir: lo dicho y algún entretenimiento inicial como pueden ser 
las croquetas de marisco, las empanadas, el potente montadito de sardina…

No se le pida alta cocina que no la necesita, le basta con la gran cocina de impronta. Que mantenga ese halo de clase que lo distingue, sí es un valor añadido; establece una diferencia. Volveremos a cruzar la pasarela sin miedo, si dado es el momento de celebrar.

Ofrece una carta de vinos un paso al lado de los convencionales, solo un paso. A mí me recomendó A Teixa, y este Ribeiro escogido le fue de maravilla a los suaves guisitos y precavidas planchas de los pescados dichos.