
-Jaime, ¿Cuál es la principal oferta del restaurante?
-Aunque no faltan las carnes, nuestra carta se fundamente principalmente en la cocina del mar, pescados y mariscos de nuestras rías, tratados con respeto máximo.
-¿En estos años cómo evolucionó la cocina del Alvariñas?
-Más que evolucionar, se actualizó, platos más ligeros, más fáciles de comer. Mantenemos el criterio inicial, la esencia del Alvariñas está basada en una excelente materia prima. El 90% de nuestra carta está basada en los productos de mar.
-Actualmente las estrellas son los cocineros pero, ¿y la sala?
-La sala perdió mucho y forma parte del éxito de un restaurante, es algo simbiótico con la cocina. La sincronización cocina-sala es imprescindible, sin esa sincronización no hay éxito. El profesional de sala, más que un vendedor de platos, es el que debe interpretar en gusto del cliente; es la cara visible del restaurante.
-¿Qué opinas de las estrellas Michelín?
-Que es un negocio más. Los poseedores de estrellas, en algunos casos, no todos, dejan de ser esencias evolucionadas para convertirse en pintores efímeros, una especie de ilusionistas o magos virtuales.
-Y el cliente, ha evolucionado?
-El cliente a veces está condiciondo por los medios y se deja llevar por tendencias, por lo que ve en la tela; no obstante, el que de verdad sabe discernir se dirige cada vez más a una cocina auténtica y sincera. Yo tengo un cliente que cada vez que viene al restaurante y lo hace regularmente desde que abrimos, se emociona con la caldeirada de peixe, y eso sí que es una satisfacción.
-Para concluir, como ves la cocina en Galicia?
-Me da la impresión de que a veces estamos perdiendo nuestras raíces, nuestras señas de identidad. La cocina tiene que evolucionar y debe evolucionar, pero sin perder esa esencia y, sobre todo, respetando el producto, los sabores auténticos, más allá de los fuegos de artificio.