En este habitual viaje a y por Galicia que proponemos cada mes de enero, este año hemos cincelado una suerte de guía patrimonial, la Galicia de piedra hecha arte y testimonio indeleble de una historia que se remonta a los vestigios rupestres y “romanos” de la Edad Antigua, que se recrea en los monumentos civiles y religiosos forjados en el Medievo, que se serena y nos enriquece con los testimonios preclaros del Renacimiento o cercanos a la contemporaneidad.
Todo armoniza, todo emociona, desde el misterio de una inscultura castrexa o el muro rústico retando a la ley de la gravedad durante centurias, el peso de los asentamientos monacales o las torres defensivas, cuando no tantos y tantos trazados urbanos que nos permiten interpretar en pleno siglo XXI el paso y el peso de la Historia.
Elegimos destinos turísticos con el común denominador del patrimonio pétreo, por la solidez e incitante interés del recurso. Porque la ocasión lo merece, cuando esta revista entra en el rubicón de sus 25 años de presencia ininterrumpida entre sus lectores. El cuarto de siglo merece una categoría, y aquí la tienen, hecha piedra, evocación de autenticidad, de permanencia e invulnerabilidad, de fachada abierta al análisis riguroso, reflejo de libertad y compromiso.
Lo hacemos ajustando levemente el continente, porque apostamos por un futuro sólido como la piedra y parece conveniente una HGg&T de más fácil manejo para nuestros compañeros de viaje, ustedes.
Los contenidos permanecen en la línea editorial respaldada por la fidelización que nos otorgan. Mejorándolos con el esfuerzo y profesionalización que vuelven a reflejar estas páginas abiertas a la curiosidad y motivación del viajero, para ayudar a que su mirada no “resbale sobre los objetos sin penetrarlos”, evocando a Honoré de Balzac.
Vá de monumentos eminentemente pétreos, mucho que ver, vivir, sentir. Si nos siguen por estos hitos graníticos de Breogán, seguro que se quedarán de piedra, favorablemente sorprendidos. Se lo garantizo.