Las impresoras 3D destinadas a la alimentaciónpermiten personalizar los alimentos para otorgarles las formas que se adapten mejor al público objetivo. Se trata de ofrecer una experiencia gastronómica única y personalizada, al tiempo que se consigue dar mayor valor añadido a especies como la bacaladilla o el lirio.
La Organización de Productores de Pesca Fresca del Puerto y Ría de Marín (Opromar) organizó en Conxemar una exhibición del resultado de la combinación del mince (músculo de pescado picado) con la tecnología disruptiva que valorizarán los productos del mar con poca demanda comercial, así como los descartes pesqueros. Los asistentes pudieron comprobar en directo la conversión de los cartuchos de mince en dos atractivos productos: vieiras de músculo picado y espaguetis de mar.
El producto, una vez que se consigue la textura adecuada para la impresora -lo que en el caso del mince ha llevado varios meses de trabajo-, se vuelca en un archivo que contiene la receta y el diseño y que, posteriormente, se carga en la máquina. Este proceso permite transformar el músculo picado de pescado en las figuras preseleccionadas.
Con este tipo de iniciativas, Opromar busca revalorizar especies como la bacaladilla, el lirio o la caballa que, debido a la normativa europea, tienen la obligación de desembarcar aunque sean productos con poca demanda comercial. En este sentido, la organización ha puesto en marcha diversas actividades como la elaboración del mince, el músculo de pescado picado libre de espinas y piel, que puede ser utilizado en multitud de elaboraciones como palitos, varitas o delicias de pescado.
En un tiempo, según los responsables de Exga 3D, este avance será tan habitual en los hogares como el microondas o la cafetera. Ahora mismo, sólo hay cinco fábricas en el mundo de impresoras 3D para el sect0r de la alimentación, una de ellas en España, pero ninguna produce en serie, algo que sucederá cuando aumente la demanda de los productos alimenticios personalizados.