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Vista del Palacio de Canedo |
Fue una fiesta amena y divertida, ambientada en color rosa -todos los invitados debería llevar al menos una prensa de dicho color, aunque fuese ropa interior, homenaje a los rosados de Bierzo, a los amigos y a la amistad, a la sostenibilidad. Y HG&T fue testigo de de excepción -allí estuvieron María Campos y Victoriano Castro- atendiendo a una invitación personal de José Luis Prada y Flor.
El rosado, antes clarete y ahora rosé -por aquello que queda más fino- era en el Bierzo el vino del día a día, símbolo del descanso y el trago mitigador tras la faena, olvidado por un tiempo. Hace años Prada apostó por él, para recuperarlo y darle el esplendor que se merecía. Y dicen los enólogos que es el vino más difícil de elaborar.
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Prada, a la izquierda |
En la actualidad, el Palacio de Canedo, adquirido por Prada siendo una ruina, recuperó e incrementó su esplendor, gracias a la apuesta de José Luis, siempre "a tope", fruto de su amor por la tierra, la agricultura, la arquitectura..."y con el amor siempre se comenten locuras", dijo Flor en un momento de la fiesta. Bodega, tienda, restaurante, taller de elaboración de conservas, hotel, viñedos...un proyecto enoturístico redondo, así es hoy el Palacio de Canedo.
Por su parte, José Luis se siente orgulloso de un proyecto convertido en gozosa realidad que hace más Bierzo: "Nosotros nunca guardamos los secretos de nuestra producción y ahora hay otros productores que lo hace de maravilla; eso es bueno para todos, es el futuro, que todos marche mos en la misma dirección".
Y no faltó la diatriba de este símbolo berciano cuando reflexionó con vehemencia "vinos en los lineales a 1,50 euros...alguien no gana, y ese es el viticultor. Consecuencia, abandono de las tierras, pobreza". Así es Prada, vital enérgico, humano, cercano, un luchador infatigable que contagia entusiasmo.