Pero el motivo principal y puntual está en la oferta gastronómica, la cita con el lacón con petelo. Degustaciones de lacón hay muchas, pero acompañado de petelo -petote, bolo do pote y denominaciones parecidas en otras latitudes- ya supone un signo de exclusividad. Todo con productos del país -también la patata, la berza y el chorizo- como aseguró el alalde de la villa en la presentación del evento, celebrada ayer en el restaurante O Pozo, toda una incitación a la gran panchada y por el comedido precio de 18 euros, vinos del Condado, café y chupito incluídos.
La oferta, igual para todos, en los restaurantes de la villa que se sumaron a la feliz convocatoria, hasta el punto de que estos días celebran una suerte de cursillo para unificar estilo y modelo en la elabortación del petelo: una bola de masa de harina de maiz, aderezada con la grasa del caldo en que cuece. Bocado de otra época -y los vilegos se vestirán en esas fechas a la moda de los años treinta, una adecuación ambiental más nada desdeñable- que se nos brinda a la experiencia y recreación gastronómica del siglo XXI.
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