Rodaballo de crianza en el Mesón del Labrador

El "rodaballo de crianza" aterrizó en la Tierra de Campos desde la altura culinaria firmada por el chef Luis Alberto Lera, el ya sólido heredero de la cocina del Mesón del Labrador, el restaurante de Castroverde de Campos que su padre Cecilio ha situado en el plano superior de la cocina pública castellana. Los magníficos ejemplares proporcionados por Pescafresca, la filial de Pescanova para el suministro a hostelería, fueron sometidos, en la cocina, al suave tiento del joven chef, e inmediatamente, gastronómicamente lidiados por cerca de un centenar de experimentados gastrónomos y miembros de la cultura alimentaria, entre ellos el enólogo Mariano García.

Abrió la fiesta un pasodoble de langostino fresco de la firma gallega, jugosos, de elegante textura, que despertaron división de opiniones: a unos le gustaron más fríos, otros los prefieren templados. Rematose esa faena con repetidos pases por Terras Gauda. Faena completa.

El primero de la noche fue un rodaballo en cebiche, con la enseña del aguacate y el capote de huevas salmónidas, un conjunto de armonías que mantuvo vigente el aplauso vínico de O Rosal. Después salió al ruedo restaurantil un rodaballo con arroz meloso, picado por un honesto carabinero y aromatizado por la salvia, plato pletórico de sabor, redondo y resultón, al que Chicho Martínez, el director comercial de Pescafresca, dio una segunda oportunidad y con ella al ribeiro Mauro Estévez.

Los Lera completaron la faena con una sucesión de rodaballo en diferentes cocciones, supremo el lidiado a la gallega, algo más corto de furia a la plancha, notable el horneado. Desde los bancales se celebró la faena en el Mesón del Labrador con la concesión de reconfortantes tragos de Mauro 07 (18 meses en barrica) y Paciencia 2004, un Toro auténtico.

G. CAMPOS