Miña Vida, el último ejemplo del trabajo de Pazo Pondal

El último ejemplo del trabajo de Pazo Pondal, ya al frente la segunda generación, es el Miña Vida de la añada 2017. La bodega ha embotellado en esta referencia toda la experiencia acumulada generación tras generación y aplicada ahora con suma meticulosidad y valiéndose de las innovaciones tecnológicas. 

Baste decir que su vendimia es manual y para su elaboración se utiliza únicamente mosto flor sin prensar, que se somete a maceración en frío y una fermentación controlada, con una posterior crianza sobre sus propias lías con agitación dos veces por semana durante seis meses.

En este 60% albariño y 40% treixadura, procedente de viñedos de entre veinte y cuarenta años de edad, se percibe una gran intensidad aromática. Es una apetecible conjugación de aromas cítricos y florales con toques minerales y reminiscencias de menta. Resulta idóneo para acompañar cualquier plato marinero, pero muy aconsejable también para un aperitivo informal y perfectamente compatible para equilibrar platos más contundentes de carnes.

"Hemos heredado la pasión, la devoción y el amor por los viñedos de nuestros ancestros", proclaman los actuales responsables de la bodega. Eso se traduce en su estrategia de orientar Pazo Pondal hacia una viticultura responsable con el medio natural e incluso hacia la producción ecológica. Están logrando evitar la erosión ocasionada por la elevada pluviometría, procuran el equilibrio mineral de sus suelos, que aporta salud natural a las vides y les evita depender en exceso de productos agroquímicos agresivos. Para fertilizar han potenciado el uso de su propia materia orgánica.

Todo el equipo comandado por Olivia Hernández está volcado en tal fin, así como la recuperación de prácticas ancestrales de los fundadores, conscientes de que además es un instrumento fundamental para profundizar en la identidad de sus vinos. Pazo Pondal, que ofrece completas visitas de enoturismo en las que descubrir la viticultura, los vinos, la gastronomía y los paisajes de su zona, en el valle del Miño. Las visitas pueden concertarse con cita previa de lunes a viernes y tiene una duración de 40 minutos.